Cayó en el centro azul del Océano,
al tiempo que flotaba, en el olaje,
una balsa de hierbas y ramaje,
que aun conservaban su verdor lozano.
De alguna selva de un país lejano
la tempestad, en su furor salvaje,
traía sobre el mar, con el follaje,
blanda semilla y generoso grano.
Así el pobre zorzal desfallecido
recibe entre las ondas el sustento;
cobra en las brisas el vigor perdido;
cruza en la balsa el túrbido elemento...
¡y, al divisar la tierra de su nido,
se alza, cantando una oración, al viento!