Ünese a los sollozos convulsivos
De los abiertos labios, el sonoro
Choque, ya recogen el caliente lloro
Las rojas bocas en los ojos vivos.
¡Homenaje a Mirtilo! ¿Cómo esquivos
podrían ser sus manes a ese coro?
Al soplo del amor y en barca de oro
Su alma huía los cármenes nativos.
Las tazas nuevas en que hierve pura
La leche vierten del redondo seno
A torrentes su nítida blancura.
Sobre el fúnebre altar de aromas lleno
El fuego borda al fin la pira oscura
Y asciende el sol en el zafir sereno.
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