Suave como
los tallos del papiro,
con una vaga
irradiación de fresa
es tu talle
de egipcia, en el que admiro
toda la
majestad de una princesa.
El ensueño y
el mar, en el zafiro
de tus ojos,
se tiñen Guayamesa;
y como
turquesino es el suspiro,
en tus ojos
se baña de turquesa.
Cabellera
auroral y frente blanca
donde el
pudor alguna vez se estanca...
cuando tu
cabellera rizos llueve.
Al caer en
tu frente ese tesoro,
urde un
desborde de flamante oro
sobre un
albino témpano de nieve.
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