fija en el precipicio la mirada...
¡Qué años negros ofrece esta jornada,
a los treinta malditos de Espronceda!
Cuando este día ante la noche ceda,
¿quién disipa las sombras de la nada?
¡La fe quizá, que anuncia otra alborada,
como el pájaro oculto en la arboleda!
Mas ¿quién baja sin miedo al mundo arcano?
¿Quién no teme al abismo, en la caída,
buscando al sol entre la noche bruna?...
¡Ah, si posible fuera al ser humano
volver, desde la cumbre de la vida,
a morir niño en su inocente cuna!
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