Cae de los aleros sobre la estrecha vía
Una larga sombra húmeda en el aire pesado,
Una pena opresora, una melancolía
Contra la que no puede nada el sol enclaustrado.
Y es dolor mayor, al áureo mediodía,
Mira el cielo azul y la calle fangosa
Y ver, cómo a través de angosta celosía,
Un palmo de la inmensa bóveda luminosa.
¡Ah, pero en las celestes noches aurinevadas
De luna, qué lirismo a en la oscura calleja,
Y en las casas que fingen ancianas inclinadas.
Qué leyendas se evocan si de un portal oscuro,
A la luz de un farol, se proyecta en el muro
La sombra de un transeúnte que se aleja.
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