Entre tanto individuo que charla fuma y bebe
el poeta se siente extraño. La neblina
del tabaco rubrica en el aire, y se esfuma
con cierta voluptuosa levedad femenina.
La fatigada frente a los sueños se inclina
y se añora el encanto de esa mujer de bruma
leve, como en la copa de Sevres cristalina,
la fugaz explosión de la pálida espuma.
¿Soñar, Soñar…? Qué valen alegrías o tristezas,
semejante a una copa de espuma de cerveza,
que duran lo que duran las huellas en el mar…
Vale más la mentira, ilusión que perdura,
del ensueño imposible la eternidad segura
y la estrella remota que no hemos de alcanzar.
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