Se extinguirán mis años, ardiendo como cirios…
A tus pies; las rosas
de mis sueños, mustias por los días,
regaron tus pies sus difuntas
corolas.
Y habrá un sol que ilumine
mi cuerpo –ya sin alma-, negra copa
vacía de una esencia de infinito… Y el sueño
será definitivo…
¡Pero, entonces, tú sola,
releyendo los versos en que me llamo tuyo,
mis besos, hechos llanto, sentirás en la boca
y escucharás, de súbito, reteniendo tus lágrimas,
una voz que te llama, despacito, en la sombra.
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