Con planta imponderable
cruzas el mundo y cruzas mi conciencia,
y es tu sufrido rostro como un éxtasis
que se dilata en una transparencia.
¡Pobrecilla sonámbula!
Pareces, en tu ruta de novicia,
ir diciendo al azar: "No me hagáis daño;
temo que me maltrate una caricia."
Devuelves su matiz inmaculado
al paisaje ilusorio en que te posas
y restituyesen su integridad
inocente a los hombres y a las cosas.
Así cruzas el mundo,
con ingrávidos pies, y en una transparencia
de éxtasis se adelgaza tu perfil,
y vas diciendo: "Marcho en la clemencia
soy la virginidad del panorama
y la clara embriaguez de tu conciencia."
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