Escucha el ruido místico y profundo
con que acompaña el alma primavera
esta labor enorme que se opera
en mi seno fructífero y fecundo.
Oye cuál se hincha el grano rubicundo
que el sol ardiente calentó en la era.
Vendrá otoño que en mieses exubera
y en él me mostraré gala del mundo.
La madre tierra soy: vives conmigo,
a tu paso doblego mis abrojos,
te doy el alimento y el abrigo.
Y cuando estén en mi regazo opresos
de tu vencida carne los despojos
¡con cuánto amor abrigaré tus huesos!
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