en que, fresca y gentil, la madrugada
va a empaparse en el agua sonrosada
que ya muy pronto verterá la aurora.
El cielo vagamente se colora
de virginal blancura inmaculada
y hace en el firmamento su morada
la luz, de las tinieblas vencedora.
Sobre las níveas cumbres del oriente
en ópalos y perlas se deslíe,
que desbarata en su cristal la fuente.
Del vaho matinal se extiende el velo
y todo juguetea, y todo ríe,
en la tierra lo mismo que en el cielo.
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