Ese busto de yeso que respira
lunas de noche antiguas y metales
rodillas mutiladas desiguales
que si la noche cubre el sueño mira.
Esa mano de flores que conspira
al abrir y cerrar dedos cristales,
sonrisa y caracol en espirales,
ajeno mar donde la voz expira.
Estos ojos de verdes vegetales
que el fuego muerto de los goces gozan
y a lo oscuro me miran inmortales.
Y esta sombra de luz donde se rozan
las lamas y los cuerpos reposan.
Vivos sueños, bellezas funerales.
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