jueves

Poema:Nieve de estío (Juan de Dios Peza)



Como la historia del amor me aparta
de las sombras que empañan mi fortuna,
yo de esa historia recogí esta carta
que he leído a los rayos de la luna.

Yo soy una mujer muy caprichosa
y que me juzgue a tu conciencia dejo,
para poder saber si estoy hermosa
recurro a la franqueza de mi espejo

Hoy, después que te vi por la mañana,
al consultar mi espejo alegremente,
como un hilo de plata vi una cana
perdida entre los rizos de mi frente.

Abrí para arrancarla mis cabellos
sintiendo en mi alma dolorosas luchas,
y cuál fue mi sorpresa, al ver en ellos
esa cana crecer con otras muchas.

¿Por qué se pone mi cabello cano?
¿Por qué está mi cabeza envejecida?
¿Por qué cubro mis flores tan temprano
con las primeras nieves de la vida?

No lo sé. Yo soy tuya, yo te adoro,
con fe sagrada, con el alma entera;
pero sin esperanza sufro y lloro;
¿tiene también el llanto primavera?

Cada noche soñando un nuevo encanto
vuelvo a la realidad desesperada;
soy joven, en verdad, mas sufro tanto
que siento ya mi juventud cansada.

Cuando pienso en lo mucho que te quiero
y llego a imaginar que no me quieres,
tiemblo de celos y de orgullo muero;
(Perdóname, así somos las mujeres).

He cortado con mano cuidadosa
esos cabellos blancos que te envío;
son las primeras nieves de una rosa
que imaginabas llena de rocío.

Tú me has dicho: "De todos tus hechizos,
lo que más me cautiva y enajena,
es la negra cascada de tus rizos
cayendo en torno a tu faz morena".

Y yo, que aprendo todo lo que dices,
puesto que me haces tan feliz con ello,
he pasado mis horas más felices
mirando cuán rizado es mi cabello.

Mas hoy, no elevo dolorosa queja,
porque de ti no temo desengaños;
mis canas te dirán que ya está vieja
una mujer que cuenta veintiún años.

¿Serán para tu amor mis canas nieve?
Ni a suponerlo en mis delirios llego.
¿Quién a negarme sin piedad se atreve
que es una nieve que brotó del fuego?

¿Lo niegan los principios de la ciencia
y una antítesis loca se parece?
pues es una verdad de la experiencia:
cabeza que se quema se emblanquece.

Amar con fuego y existir sin calma;
soñar sin esperanza de ventura,
dar todo el corazón, dar toda el alma
en un amor que es germen de amargura.

Buscar la dicha llena de tristeza
sin dejar que sea tuyo el hado impío,
llena de blancas hebras mi cabeza
y trae una vejez: la del hastío.

Enemiga de necias presunciones
cada cana que brota me la arranco,
y aunque empañe tus gratas ilusiones
te mando, ya lo ves, un rizo blanco.

¿Lo guardarás? Es prenda de alta estima
y es volcán este amor a que me entrego;
tiene el volcán sus nieves en la cima,
pero circula en sus entrañas fuego.



martes

Poema: En mi barrio (Juan de Dios Peza)


Sobre la rota ventana antigua
Con tosco alféizar, con puerta exigua,
Que hacia la oscura callejada,
Pasmando al vulgo como estantigua
Tallada en piedra, la santa está.

Borró la lluvia los mil colores
Que hubo en su manto y en su dosel;
Y recordando tiempos mejores,
Guarda amarillas y secas flores
De las verbenas del tiempo aquel.

El polvo cubre sus aureolas,
Las telarañas visten su faz,
Nadie a sus plantas riega amapolas,
Y ve la santa las calles solas,
La casa triste, la gente en paz.

Por muchos años allí prendido,
Único adorno del tosco altar,
Flota un guiñapo descolorido,
Piadosa ofrenda que no ha caído
De las desgracias al hondo mar.

A arrebatarlo nadie se atreve,
Símbolo antiguo de gran piedad,
Mira del tiempo la marcha breve;
Y cuando el aire lo empuja y mueve
Dice a los años: pasad, pasad.

¡Pobre guiñapo que el aire enreda!
¡Qué amarga y muda lección me da!
La vida pasa y el mundo rueda,
Y siempre hay algo que se nos queda
De tanto y tanto que se nos va.

Tras esa virgen oscura piedra
Que a nadie inspira santo fervor,
Todo el pasado surge y me arredra;
Escombros míos, yo soy la yedra;
¡nidos desiertos, yo fui el amor!

Altas paredes desportilladas
Cuyos sillares sin musgo vi,
¡cuántas memorias tenéis guardadas!
Níveas corinas, jaulas doradas,
Tiestos azules… ¡no estáis aquí!

En mi azarosa vida revuelta
Fue de esta casa dueño y señor,
¿do está la ninfa, de crencha suelta,
de grandes ojos, blanca y esbelta,
que fue mi encanto, mi fe, mi amor?

¡Oh mundo ingrato, cuántos reveses
en ti he sufrido! La tempestad
todos mis campos dijo sin mieses…
La niña duerme bajo cipreses,
Su sueño arrulla la eternidad.

¡Todo ha pasado! ¡Todo ha caído!
Sólo en mi pecho queda la fe,
Como el guiñapo descolorido
Que a la escultura flota prendido…
¡Todo se ha muerto! ¡Todo se fue!

Pero ¡qué amarga, profunda huella
Llevo en mi pecho! … ¡Cuán triste estoy!…
La fe radiante como una estrella,
La casa alegre, la niña bella,
El perro amigo… ¿Dónde están hoy?

¡Oh calle sola, vetusta casa!
¡angostas puertas de aquel balcón!
Si todo muere, si todo pasa
¿por qué esta fiebre que el pecho abrasa
no ha consumido mi corazón?

Ya no hay macetas llenas de flores
Que convirtieran en un pensil
Azotehuelas y corredores…
Ya no se escuchan frases de amores,
Ni hay golondrinas del mes de abril.

Frente a la casa la cruz cristiana
Del mismo templo donde rezó,
Las mismas misas de la mañana,
La misa torre con la campana
Que entre mis brazos la despertó.

Vetusta casa, mansión desierta,
Mírame solo volviendo a ti…
Arrodillado beso tu puerta
Creyendo loco que aquella muerta
Adentro espera pensando en mí.

lunes

Poema: Fusiles y Muñecas (Juan de Dios Peza)



Juan y Margot, dos ángeles hermanos
Que embellecen mi hogar con sus cariños
Se entretienen con juegos tan humanos
Que parecen personas desde niños.

Mientras Juan, de tres años, es soldado
Y monta en una caña endeble y hueca,
Besa Margot con labios de granado
Los labios de cartón de su muñeca.

Lucen los dos sus inocentes galas,
Y alegres sueñan en tan dulces lazos;
El, que cruza sereno entre las balas;
Ella, que arrulla un niño entre sus brazos.

Puesto al hombro el fusil de hoja de lata,
El kepis de papel sobre la frente,
Alienta el niño en su inocencia grata
El orgullo viril de ser valiente.

Quizá piensa, en sus juegos infantiles,
Que en este mundo que su afán recrea,
Son como el suyo todos los fusiles
Con que la torpe humanidad pelea.

Que pesan poco, que sin odios lucen,
Que es igual el más débil el más fuerte,
Y que, si se disparan, no producen
Humo, fragor, consternación y muerte.

¡Oh, misteriosa condición humana!
Siempre lo opuesto buscas en la tierra;
Ya delira Margot por ser anciana,
Y Juan, que vive en paz, ama la guerra.

Mirándoles jugar me aflijo y callo:
¿Cuál será sobre el mundo su fortuna?
Sueña el niño con armas y caballo,
La niña con velar junto a la cuna.

El uno corre de entusiasmo ciego,
La niña arrulla a su muñeca inerme,
Y mientas grita el uno: Fuego! fuego,
La otra murmura triste: Duerme, duerme.

A mi lado ante juegos tan extraños
Concha, la primogénita, me mira:
¡Es toda una persona de ses años
Que charla, que comenta y que suspira!

¿Por qué inclina su lánguida cabeza
Mientras deshoja inquieta algunas flores?
¿Será la que ha heredado mi tristeza?
¿Será la que comprende mis dolores?

Cuando me rindo del dolor al peso,
Cuando la negra duda me avasalla,
Se me cuelga del cuello, me da un beso,
Se le saltan las lágrimas y calla.

Sueltas sus trenzas claras y sedosas,
Y oprimiendo mi mano entre sus manos,
Parece que medita en muchas cosas
Al mirar cómo juegan sus hermanos.

Margot, que canta en madre transformada,
Y arrulla a un hijo que jamás se queja,
Ni tiene que llorar desengañada,
Ni el hijo crece, ni se vuelve vieja.

Y este guerrero audaz de tres abriles
Que ya se finge apuesto caballero,
No logra en sus campañas infantiles
Manchar con sangre y lágrimas su acero.

¡Inocencia! ¡Niñez! ¡Dichosos nombres!
Amo tus goces, busco tus cariños;
Cómo han de ser los sueños de los hombres,
Más dulces que los sueños de los niños!

¡Oh, mis hijos! No quiera la fortuna
Turbar jamás vuestra inocente calma,
No dejéis esa espada ni esa cuna:
¡Cuando son de verdad, matan el alma!

domingo

Poema:Reír llorando (Juan de Dios Peza)



Viendo a Garrick, actor de la Inglaterra,
el pueblo al aplaudirlo le decía:
Eres el más gracioso de la tierra y el más feliz.
Y el cómico reía.

Víctimas del spleen los altos lores,
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores
y cambiaban su spleen en carcajadas.

Una vez ante un médico famoso,
llegose un hombre de mirar sombrío:
-Sufro -le dijo- un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.

Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte;
en un eterno spleen muriendo vivo,
y es mi única pasión la de la muerte.

-Viajad y os distaeréis. -Tanto he viajado
-Las lecturas buscad -Tanto he leido-
Que os ame una mujer - ¡Si soy amado!
-Un título adquirid -Noble he nacido.

¿Pobre seréis quizá? -Tengo riquezas
- ¿De lisonjas gustáis ? - ¡Tantas escucho!
-¿Que tenéis de familia?...-Mis tristezas
-¿Vais a los cementerios?... -Mucho, mucho.

¿De vuestra vida actual tenéis testigos?
- Sí, mas no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos mis verdugos.

-Me deja- agrega el médico -perplejo
vuestro mal, y no debo acobardaros;
Tomad hoy por receta este consejo:
sólo viendo a Garrick podéis curaros.

-¿A Garrick ? -Sí, a Garrick...La más remisa
y austera sociedad lo busca ansiosa;
todo aquel que lo ve muere de risa;
¡tiene una gracia artística asombrosa !

-Y a mí me hará reir?-Ah, sí, os lo juro !;
él, sí, nada más él...Mas qué os inquieta?...
-Así -dijo el enfermo -no me curo:
¡Yo soy Garrick ! Cambiádme la receta.

¡Cúantos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reir como el autor suicida
sin encontrar para su mal remedio!

¡Ay ! ¡ Cuántas veces al reír se llora!..
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora
el alma llora cuando el rostro rie!

Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestras plantas pisa
lanza a la faz la tempestad del alma
un relámpago triste: la sonrisa.

El carnaval del mundo engaña tanto;
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas.

sábado

Poema: Sin sobre (Juan de Dios Peza)


Abro tu carta y reconozco ufano
Tu letra fácil, tu dicción hermosa;
Tú la trazaste con tu propia mano
Pues el papel trasciende a tuberosa.

Al escribirla estabas intranquila
Y ya estoy sospechando tus desvelos
Los médicos me han dicho, que vacila
El pulso con la fiebre de los celos.

Veo tus líneas torcidas, descuidadas,
Y esto halaga mis propios pareceres
Porque sé que no estando enamoradas
Nunca escriben sin falsa las mujeres.

¡Con el arrojo de tus veinte abriles,
Has escrito un aumento que me mata!
Siempre ha sido en las cartas femeniles
Importante o terrible la postdata.

No me vuelvas a ver. Ya no te quiero,
Esto me dices con desdén profundo:
Yo traduzco: ven pronto que me muerto,
De algo me sirve conocer el mundo.

Dices que consolando tu tristeza
Vas al campo a llorar penas de amores
Así podrá tener Naturaleza
Coronas de diamantes en las flores.

Pero no viertas llanto por tus penas
Que siempre se evaporan bajo el cielo;
Las lluvias del desierto en las arenas
Y el llanto, entre las blondas del pañuelo.

Las horas de silencio son tan largas,
Que comprendo la angustia con que gimes;
Las verdades del alma son amargas,
Y las mentiras del amor, sublimes.

Inquieres con tesón si a cada instante
Busco tu imagen o su culto pierdo,
¿Dónde está, niña cándida, el amante
Que diga en estas cosas: no me acuerdo?

Quien convertir pretenda de improviso
El amor terrenal en culto eterno,
Necesita labrar un Paraíso
Sobre la obscura cima del infierno.

¿Ves ese Sol que llena de alegría
El cielo, el mar, el bosque y las llanuras?
El trae a los mortales cada día
Nuevas dichas y nuevas amarguras.

Cada alma tiene libro que atesora
sus efectos en él, sin vano alarde;
¡Cuánto nombre se agrega en cada aurora!
¡Cuánto nombre se borra en cada tarde!

¿Quién sabe por qué anhela lo que anhela?
¿Quién será siempre el mismo, siendo humano?
Dicha, amor, esperanza, todo vuela
Sobre ese amargo y turbulento Océano.

Y así preguntas con afán sincero:
¿Por qué me quieres?... voy a responderte:
Yo te quiero mujer porque te quiero;
No tengo otra razón para quererte.

¿Tú te conformarás con tal respuesta,
Que de mi propio corazón recibo?
Tal vez la encuentre sin razón; pero ésta
Es la única razón por qué te escribo.

Que yo no vuelva a verte... me propones
Y aunque mi mente vacilante queda,
En vista de tu sexo y tus razones
Allá iré lo más pronto que pueda.

viernes

Poema: Confidencias a una estrella (Juan de Dios Peza)


Sigue, sigue blanca estrella,
Por el cielo en que naciste,
Sin dejar ninguna huella...
Siempre te hallaré más bella,
Siempre te hallaré más triste.

Hoy vengo con mi dolor,
Cual antes feliz venía;
Mas ya nunca, astro de amor,
Ceñirás con tu fulgor
Ni su frente ni la mía.

Tú cruzas por ese cielo,
Dando con tu luz la calma;
Yo cruzo, por este suelo,
Llevando en mi desconsuelo
Lena de sombras el alma.

Dame, dame tu luz bella;
Que en esta alma sin amor,
Tú sorprenderás estrella,
En cada nube una huella,
Y en cada huella un dolor.

Tú que has escuchado el canto
De mi primera pasión,
Acompaña mi quebranto,
Y alumbra el amargo llanto
que brota del corazón.

¡Horas del primer cariño!
tú las miraste lucir,
Cuando ante tu luz de armiño,
La niña en brazos del niño
Soñaba en el porvenir.

¡Dulce amor! ¡grata ciencia!
¡Blanca luz! ¡Delirio ardiente!
¿Por qué huyes de la existencia,
Cuando una dura experiencia
Va marchitando la frente?

¡Aquellos goces extraños,
Aquel esperar en Dios,
Sin recoger desengaños,
Aquel pasar de los años
Sin perturbar a los dos!

Todo, todo, blanca estrella,
Tu tibia luz alumbró;
¡Edad de sueños aquella,
Envidiable, dulce, bella,
Que para siempre huyó!

Celia, al expirar el día,
Por estos sitios vendrá,
Ya no como antes venía,
Que aquella alma que fue mía,
Pertenece a otra alma ya.

Antes ¡ay! ¡cuánto embeleso!
Sollozando de placer,
Dejaba en mi frente un beso;
Por eso, estrella; por eso
No quiero volverla a ver.

Ahora, dulce y cariñosa,
En otro sus ojos fijos,
Tendrá su boca amorosa
La majestad de la esposa
Para besar a sus hijos.

Con tus rayos blanquecinos
Alumbra siempre su hogar;
Aparta nuestros caminos,
Y ¡ay! que sus ojos divinos
No aprendan nunca a llorar.

Si sigues, tú, blanca estrella,
Por el cielo en que naciste,
Sin dejar ninguna huella...
Siempre te hallaré más bella,
Siempre me verás mas triste.

jueves

Poema: Siempre a ti (Manuel Gutiérrez Nájera)


A ti, tan sólo a ti, canta mi lira:
ahogar quiero la voz de mi garganta,
pero es en vano, que por ti suspira,
y trémula de amor tu nombre canta.

Perdona. sí. mi sueño y mi delirio;
perdona tanto amor, tanta ternura;
mi alma expira en los brazos del martirio
y canta, como el cisne, su amargura.

Bien sé que tú no escuchas mis querellas,
bien sé que tú a mi amor llamas quimeras,
y con tus plantas inclemente huellas
la casta flor de mi pasión primera.

Comprendo que tu amor que tanto anhelo
es sueño de mi loca fantasía,
porque nunca el gusano llega al cielo,
nunca se une la noche con el día.

Yo sé que la desgracia me acompaña
y sé que tu existencia es de ventura;
ninguna nube tu horizonte empaña
y yo bebo la hiel de la amargura.

Mas, ¿qué quieres que haga. dicha mía,
si el triste corazón nunca te olvida,
si en ti piensa mi loca fantasía
y enlazada a la tuya está mi vida?

¡La voluntad!... ¡Palabra mentirosa!
¡Quimérico poder del albedrío!
Yo siento que me impulsa poderosa
la mano helada del destino impío.

Si mientras lucho más por olvidarte
crece más de mi amor el ansia fuerte!
¡Si aunque yo no lo quiera he de adorarte!
¡Si te he de amar, mi bien, hasta la muerte!

El llanto amargo que por ti derramo
crece de mi amor el vivo fuego.
Mientras más me desprecias, más te amo;
mientras más me desdeñas, más te ruego.

Bien sé que con mi amor te causo enojos,
sé también , que tú nunca has de quererme,
y que jamás tus celestiales ojos
amorosos y tiernos han de verme.

Mas no por eso de mi amor la llama
se extingue como chispa pasajera.
de tu desdén el rayo más la inflama
y se convierte en espantosa hoguera.

Que no es mi amor ligero sentimiento
que dura sólo lo que dura un día,
la esencia es de mi propio pensamiento
y el ambiente vital del alma mía.

¡Si pudiera olvidarte! ¡Si pudiera
borrar del pensamiento tu memoria,
ha largo tiempo que arrancado hubiera
la página más triste de mi historia!

¡Mas no!... Si yo jamás quiero olvidarte,
aunque me cause tu desdén dolores!
¡Yo siempre quiero con locura amarte,
y morir cuando mueran mis amores!

Yo no quiero las sombras del olvido
del alma que muere fúnebre sudario;
por más que el corazón solloce herido,
quiero tocar la cumbre del calvario.

Despréciame; aborrece, si lo quieres,
este amor que encendiste, vida mía,
el triste corazón que siempre hieres
morirá bendiciendo su agonía.

Por eso siempre a ti vuela mi acento,
por eso el alma con amor te nombra;
quiero regar tus huellas con mi llanto,
y quiero darte mi alma por alfombra.



martes

Poema: ¿Sabes lo que es un suspiro? (Manuel Gutiérrez Nájera)


¿Sabes lo que es un suspiro?
Un beso que no se dio...
¡Con cadena y cerrojos
los aprisionan severos,
y apenas los prisioneros
se me asoman a los ojos!

¡Pronto rompen la cadena
de tan injusta prisión,
y no mueren más de pena
que ya está de besos llena
la tumba del corazón!

¿Qué son las bocas? Son nidos.
¿Y los besos? ¡Aves locas!
Por eso, apenas nacidos,
de sus nidos aburridos
salen buscando otras bocas.

¿Por qué en cárcel sepulcral
se trueca el nido del ave?
¿Por qué los tratas tan mal,
si tus labios de coral
son los que tienen la llave?

Besos que, apenas despiertos,
volar del nido queréis
a sus labios entreabiertos
en vuestra tumba, mis muertos,
dice: ¡Resucitaréis!

lunes

Poema: Resucitarán (Manuel Gutiérrez Nájera)


Los pájaros que en sus nidos
mueren, ¿a dónde se van?
¿Y en qué lugar escondidos
están, muertos o dormidos,
los besos que no se dan?

Nacen, y al punto traviesos
hallar la salida quieren;
¡pero como nacen presos,
se enferman pronto mis besos
y, apenas nacen, se mueren!

En vano con raudo giro
éste a mis labios llegó.
Si lejos los tuyos miro...
¿sabes lo que es un suspiro?
¡Un beso que no se dio!

¡Qué labios tan carceleros!
¡Con cadenas y cerrojos
los aprisionan severos.,
y apenas los prisioneros
se me asoman a los ojos!

¡Pronto rompe la cadena
de tan injusta prisión,
y  no mueran más de pena,
que ya está de besos llena
la tumba del corazón!

¿Qué son las bocas? Son nidos.
¿Y los besos? ¡Aves locas!
Por eso, apenas nacidos,
de sus nidos aburridos
salen buscando otras bocas.

¿Por qué en cárcel sepulcral
se trueca el nido del ave?
¿Por qué los tratas tan mal,
si tus labios de coral
son los que tienen la llave?

-Besos que, apenas despiertos,
volar del nido queréis
a sus labios entreabiertos,
en vuestra tumba, mis muertos,
dice: ¡Resucitaréis!

domingo

Poema: Por la ventana (Manuel Gutierrez Najera)


Prostituir al amor.... Llegar artero,
de noche, entre las sombras, recatado
esquivando los pasos y, mañero,
la faz hundida y el embozo alzado.

Tender la escala con la vista alerta,
trepar por la pared que se desgrana,
y adonde todos entran por la puerta,
entrar como ladrón, por la ventana.

Apagada la luz, hablando quedo,
temerosos, convulsos, vergonzantes:
sintiendo juntos el amor y el miedo
contar con avaricia los instantes.

Querer que calle hasta el reloj pausado
que cuelga en la pared, alto y sombrío;
ser joven, ser amante, ser amado
y estando juntos ¡tiritar de frío!

Sentir el hielo que en las venas cunde
cuando los nervios crispa el sobresalto;
y maldecir a luna si difunde
su delatora luz sobre lo alto.

Buscar lo más obscuro  de la alcoba
y ver, con vago miedo, las junturas
por donde entra la luz, como quien roba,
cobarde, vil, con antifaz y a obscuras.

Y  temblar de pavor si ladra el perro
y si las ondas de la fuente gimen,
de lo que es aire, sol, hacer encierro,
de lo que es derecho, hacer un crimen.

Besar con miedo, sin rumor, aprisa,
ir siempre de puntillas por la alfombra
y si al cristal hizo crujir la brisa,
temblar pensando que una voz nos nombra.

Cuando canta la alondra, retirarse
atravesando la desierta sala,
y suspenso en el aire, deslizarse,
como vil bandolero por la escala.

Haber envenenado una existencia,
convertido en dolores el contento,
y huésped sepulcral de la conciencia,
albergar un tenaz remordimiento.

Ver  encenderse su mejilla roja
temiendo acaso que el pavor la venza,
y al hablarle mirar que se sonroja
y que baja los ojos de vergüenza,
ese no es el amor: amor robado,
que se viste de falso monedero;
ese no es el amor que yo he soñado,
y, si ese es el amor, ¡yo no lo quiero!

sábado

Poema: Pax animae (Manuel Gutierrez Najera)


¡Ni una palabra de dolor blasfemo!
Sé altivo, sé gallardo en la caída,
y ve, poeta, con desdén supremo
todas las injusticias de la vida.

No busques la constancia en los amores,
no pidas nada eterno a los mortales,
y haz, artista, con todos tus dolores,
excelsos monumentos sepulcrales.

En mármol blanco tus estatuas labra,
castas en la actitud aunque desnudas,
y que duerma en sus labios la palabra
y se muestren muy tristes... ¡pero mudas!

¡El nombre!... Débil vibración sonora
que dura apenas un instante. ¡El nombre!...
¡Ídolo torpe que el iluso adora,
última y triste vanidad del hombre!

¿A qué pedir justicia ni clemencia
-si las niegan los propios compañeros
a la glacial y muda indiferencia
de los desconocidos venideros?

¿A qué pedir la compasión tardía
de los extraños que la sombra esconde?
Duermen los ecos en la selva umbría
y nadie, nadie a nuestra voz responde.

En esta vida el único consuelo
es acordarse de las horas bellas
y alzar los ojos para ver el cielo...
cuando el cielo está azul o tiene estrellas.

Huir del mar y en el dormido lago
disfrutar de las ondas el reposo.
Dormir... soñar... El sueño, nuestro mago,
es un sublime y santo mentiroso.

¡Ay! es verdad que en el honrado pecho
pide venganza la reciente herida,
pero... perdona el mal que te hayan hecho
¡todos están enfermos de la vida!

Los mismos que de flores se coronan,
para el dolor, para la muerte nacen...
Si los que tú más amas te traicionan
¡perdónalos, no saben lo que hacen!

Acaso esos instintos heredaron
y son los inconscientes vengadores
de razas o de estirpes que pasaron
acumulando todos los rencores.

¿Eres acaso el juez? ¿El impecable?
¿Tú la justicia y la piedad reúnes?
¿Quién no es fugitivo responsable
de alguno o muchos crímenes impunes?

¿Quién no ha mentido amor y ha profanado
de un alma virgen el sagrario augusto?
¿Quién está cierto de no haber matado?
¿Quién puede ser el justiciero, el justo?

¡Lástimas y perdón para los vivos!
Y así, de amor y mansedumbre llenos,
seremos cariñosos, compasivos
y alguna vez, acaso, acaso buenos!

¿Padeces? Busca a la gentil amante,
a la impasible e inmortal belleza,
y ve apoyado, como Lear errante,
en tu joven Cordelia: la tristeza.

Mira: se aleja perezoso el día.
¡Qué bueno es descansar! El bosque oscuro
nos arrulla con lánguida armonía...
El agua es virgen. El ambiente es puro.

La luz cansada, sus pupilas cierra;
se escuchan melancólicos rumores,
y la noche, al bajar, dice a la tierra:
«¡Vamos, ya está...  ya duérmete, no llores!»

Recordar... Perdonar... Haber amado...
Ser dichoso un instante, haber creído...
Y luego... reclinarse fatigado
en el hombro de nieve del olvido.

Sentir eternamente la ternura
que en nuestros pechos jóvenes palpita,
y recibir, si llega, la ventura,
como a hermosa que viene de visita.

Siempre escondido lo que más amamos,
siempre en los labios el perdón risueño;
hasta que al fin ¡oh tierra! a ti vayamos
con la invencible lasitud del sueño.

Esa ha de ser la vida del que piensa
en lo fugaz de todo lo que mira,
y se detiene, sabio, ante la inmensa
extensión de tus mares ¡oh mentira!

Corta las flores, mientras haya flores;
perdona las espinas a las rosas...
¡También se van y vuelan los dolores
como turbas de negras mariposas!

Ama y perdona. Con valor resiste
lo injusto, lo villano, lo cobarde...
Hermosamente pensativa y triste
está al caer la silenciosa tarde.

Cuando el dolor mi espíritu sombrea
busco en las cimas claridad y calma,
y una infinita compasión albea
en las heladas cumbres de mi alma.


viernes

Poema: Invitación al amor (Manuel Gutiérrez Nájera)



¿Por qué, señora, con severa mano
cerráis el camarín de los amores,
si hay notas de cristal en el piano
y en los jarrones de alabastro flores?

¿Por qué cerrar la habitación secreta
y atar las rojas alas del deseo
a la hora misteriosa en que Julieta
oyó crujir la escala de Romeo?

¿Habré sido tal vez en vuestra vida
rápida exhalación, perfume vago,
sombra de un ave que en veloz huída
se desvanece sin rugar el lago?

¿Nada os habló de nuestro amor perdido
ni el lirio azul ni la camelia roja,
ni la fuente de mármol esculpido
que vuestras verdes parietarias moja?

¿Nada os habló de mí? Ni los carmines
que os salen, si me veis, a la mejilla,
ni vuestra alcoba azul, ni los cojines
que dibujan, hundidos, mi rodilla ?

¿No oía la voz del viento que se estrella
de vuestra reja en los calados bronces?
Muy negra está la noche... como aquella
y desierta la calle..., como entonces.

¡Ah! Vuestro labio sin piedad mentía,
no ha muerto aún nuestra pasión, señora;
no cantan las alondras todavía,
ni se estremece en el cristal la aurora.

Vano temor, escrúpulo cobarde,
nuestras almas desune y nos aleja.
Dejad me, pues, que silencioso aguarde
y que os vele de pie junto a la reja.

Permitid que tenaz y enamorado
contemple vuestro cuerpo de sultana
y admire por sombra recatado
vuestro cutis de tersa porcelana.

Dejadme ver, inquietas y curiosas,
vuestras pupilas a través del velo,
y que me hablen de amor como a las rosas
les hablan las estrellas desde el cielo.

No, no es verdad que nuestro amor ha muerto,
por más que la borrasca nos desuna.
El niño vive aún, está despierto
y nos tiende los brazos en la cuna.

Todo cual antes en la quieta alcoba
mi vuelta aguarda y esperando queda:
desde la obscura puerta de caoba
hasta el sitial de purpurina seda.

Todo os habla de mí: la tersa fuente,
los cortinajes blancos y rojizos,
hasta el peine de nácar transparente
que detiene en la nuca vuestros rizos.

Todo secretas pláticas entabla
y cuenta nuestras citas amorosas.
Todo, señora, de mi amor os habla
con la muda elocuencia de las cosas.

Es inútil huir; la noche cierra;
tiende la sombra su callado velo;
los pájaros se juntan en la tierra
los astros se buscan en el cielo.

¿Por qué luchar cuando el amor suave
cantan los nidos y la estrella helada,
si tenéis, al andar, algo de ave
y mucho de lucero en la mirada?

El parque humedecido por las lluvias,
el agua que aromó vuestros cabellos,
las brisas frescas y las hebras rubias
que tiemblan de pasión en vuestro cuello.

Todo, perfume, claridad o nido,
os habla de mi amor y nos alienta,
hasta las cintas del corsé ceñido
que mis esquelas de pasión calienta.

Todo me aguarda aún: la muelle alfombra,
la puerta franca, el cortinaje espeso;
en un rincón del canapé, la sombra,
y en vuestros labios de carmín, el beso.

No queráis resistir; los sueños míos
conocen vuestros íntimos pesares,
y vos venís a mí como los ríos
corren a confundirse con los mares.

¿Por qué la soledad en torno vuestro?
¿Por qué dejar el comenzado viaje?
¿Por qué la pena y el color siniestro,
de vuestro negro y ondulante traje?

Todo para ayudaros se conjura:
las ondas melancólicas suspiran...
los niños duermen y los astros miran.
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