martes

Votos. (Poema: Medardo Angel Silva)




Al verte, sin pensar, se dice ¡Ave María...!

Y pues es tuyo el reino de la estrella y la rosa

y está en tu corazón la sacra Poesía

por gracia de una antigua virtud maravillosa;

 

que suenen tiorbas y arpas; y Psalmo y Letanía

se digan en tu elogio; que la lira y la rosa

y el ciego ruiseñor, al expirar el día,

unánimes saluden tu aparición gloriosa.

 

Que con voz auroral de fuente diamantina,

y con luz vesperal de estrella cristalina

y con apasionada voz de brisas y mares.

 

Cielo y Tierra consagren tu venusino imperio...

¡O sonaré en tu gloria mi místico salterio

en otro salomónico Cantar de los Cantares!

domingo

II. (Poema: Medardo Angel Silva)




Llamé a tu corazón… y no me has respondido…

Pedí a drogas fatales sus mentiras piadosas…

¡En vano! Contra ti nada puede el olvido:

¡he de seguir esclavo a tus plantas gloriosas!

 

Invoqué en mi vigilia la imagen de la Muerte

y del Werther germano, el recuerdo suicida…

¡Y todo inútilmente! ¡El temor de perderte

siempre ha podido más que mi horror a la vida!

 

Bien puedes sonreír y sentirte dichosa:

el águila a tus plantas se ha vuelto mariposa;

Dalila le ha cortado a Sansón los cabellos;

 

mi alma es un pedestal de tu cuerpo exquisito;

y las alas, que fueron para el vuelo infinito,

¡como alfombra de plumas están a tus pies bellos!

viernes

El templo. (Poema: Medardo Ángel Silva)



Oh Deidad impasible por quien blasfemo y oro:
tu alma es como un palacio de mármol, bello y frío,
con plafones de cedros y altivas puertas de oro,
solemne y armonioso, como un templo vacío.

En diáfanos ponientes hay la gracia de un vuelo,
de leves sedas blancas, de cisnes y palomas;
y, entre las columnatas, elevan hasta el cielo
sus espiras sensuales humaredas de aromas

jueves

XXXIV. (Poema: Medardo Ángel Silva)



Es como un lento y triste retornar a la vida...
y es el inevitable cansancio de volver
del borde de la negra playa desconocida,
donde mueren tus olas, ¡oh, río del No-ser!

Y el alma, que creía mirar la aurora eterna,
vuelve, cual un iluso viajero macilento
que fue a calmar su sed a lejana cisterna,
equivocó el camino... y ¡torna más sediento!

miércoles

XXXII. (Poema: Medardo Ángel Silva)



Por inasible adoro la gala de los cielos...
¡Señor, jamás permitas que goce mis anhelos,
que nunca satisfaga la sed que me devora!

Lo amargo es el hastío de los sueños  hallados,
el corazón ahíto de los bienes gozados
que se pregunta: ¿qué voy a pedir ahora?...

martes

XXVIII. (Poema: Medardo Ángel Silva)



No dicen los inviernos que no haya primavera;
en la noche más negra palpita el alba pura:
lo sabio es esperar; es fuerte quien espera
–buen sembrador– velando la cosecha futura.

Las horas en su danza llevan tan loca prisa,
que a la risa y el llanto ofrecen pronto fin:
feliz quien pueda ver con la misma sonrisa
la serpiente del bosque y el lirio del jardín.

lunes

XXVII. (Poema: Medardo Ángel Silva)



Al pasar la carroza dorada de la vida,
implorando extendí la mano suplicante;
ella me vio lo mismo que una reina ofendida
y se perdió en la sombra de la noche fragante.

Y fue para volver: en su carroza de oro,
sonriéronme sus ojos impuros de esmeralda,
pero yo conocía qué vale su tesoro;
¡la miré indiferente y le volví la espalda!

sábado

XXVI. (Poema: Medardo Ángel Silva)



Dime que todo ha sido la sombra de un mal sueño,
que en la tiniebla actual palpita el alba pura,
que puede retornar el minuto abrileño,
las extinguidas horas colmadas de dulzura;

que nuestro amor es Lázaro, que aguardando su día
espera tu palabra para olvidar su fosa,
que sobre este dolor y está melancolía
arrojará la aurora su risa luminosa.

viernes

XXV. (Poema: Medardo Ángel Silva)



Mi espíritu es un cofre del que tienes las llaves
–¡Oh, incógnita Adorada, mi Pasión y mi Musa!
Ya inútilmente espero tus dulces ojos graves
y siento que me acecha en las sombras la Intrusa,

Pero mi alma –jilguero que canta indiferente
a la angustia del tiempo y al dolor de la Vida–
te esperará, lo mismo que una virgen prudente,
con la devota lámpara de su amor encendida.

jueves

XXIV. (Poema: Medardo Ángel Silva)



Rosas blancas deshojan los blancos  surtidores;
al caer, el ocaso los pétalos irisa
y la fuente del Término coronado de flores
modula un canto igual a una nerviosa risa...

Yo, como un habitante pálido de otra vida
–Lázaro espiritual– marcho con lento paso...
¡y las fuentes parecen en la tarde dormida
mujeres cuyas voces son de seda y de raso.

miércoles

XXIII. (Poema: Medardo Ángel Silva)



Un gato, grave y frío, sobre el vecino alero,
en yo no sé qué fina meditación se pierde,
contemplando la rosa de la luna de enero
con la viva esmeralda de su pupila verde.

Inclinada la testa como un Platón ideólogo
e inmóvil, en hipótesis magníficas se abstrae...
y sólo turba el hondo silencio del monólogo
¡la canción olorosa que alguna brisa trae

martes

XXII. (Poema: medardo Ángel Silva)




Príncipe de las Arias fragantes como rosas
y el verso con fulgor de estrella vespertina,
a cuyo beso se abren las madreselvas rosas
del jardín interior, ebrio de luz divina;

A tu voz se despiertan yo no sé qué dulzuras,
venidas de ignorados países de consuelo
y desciende, a la noche de las almas impuras,
¡una paz de campiña, de alma blanca y de cielo!

lunes

X. (Poema: medardo Ángel Silva)




Inmóvil duerme el agua del estanque aceituna
bajo las melodiosas cúpulas florecidas,
y, como Ofelia en Hamlet, va el cuerpo de la luna,
inerte, sobre el lecho de las ondas dormidas...

Las dos... soñando en Ella, por la avenida voy...
mis brazos la presienten y mi labio la nombra...
¡Inútil idealismo! ¡si únicamente soy
una sombra que busca las huellas de otras sombras!

domingo

V (Poema: Medardo Ángel Silva)



De la gasa inconsútil de tu rosa batista
surges, vibrante, en una danza de bayaderas,
(¡Te juro que en la corte del gran Tetrarca hubieras
obtenido la roja cabeza del Bautista!...)

Bailas... y el blanco sátiro, que decora la estancia,
sonríe desde el ángulo, coronado de viña...
(Y mientras me conmueve tu mirada de niña,
estremece mi carne tu lasciva fragancia...)

sábado

Preces de la tarde. (Poema: Medardo Ángel Silva)



Tules de nieblas sobre las campañas
velaban los contornos de la quinta
y ascendía, en la tarde de aúrea tinta,
la égloga suspirante de las cañas.

Desenrrollaba su monstruosa cinta
la negra procesión de las montañas
y evocaba el temblor de tus pestañas
nuestra felicidad por siempre extinta.

Entre las sombras, un gemir de esquilas
anunciaba las horas dolorosas...
vagaron por el prado tus pupilas...

Y, a punto de elevar sus oraciones,
tus labios se encendieron con las rosas
divinas de las Transfiguraciones.

viernes

La muerte perfumada. (Poema: Medardo Ángel Silva)



Convaleciente de aquel mal extraño,
para el que sólo tú sabes la cura,
como un fugado de la sepultura
me vio la tarde, fantasmal huraño.

Segó mis dichas la Malaventura
como inocente y cándido rebaño
y bajo la hoz de antiguo desengaño
agonizaba mi fugaz ventura...

Cual destrenzada cabellera cana
la llovizna ondeó tras la ventana...
Y aquella tarde pálida y caduca

sentí en mi dulce postración inerte
la bella tentación de darme muerte
tejiéndome un cordel con tu peluca.

jueves

Vesper marino. (Poema: Medardo Ángel Silva)



Rugió el lascivo mar a la manera
de un sátiro de barbas temblorosas,
al poner tú presencia en la ribera
su gracia peculiar sobre las cosas.

Joyas raras y sedas olorosas
prestigiaban tu dulce primavera
y al deshojarse tus palabras era
cual si estuvieran deshojando rosas.

Hubo un silencio de éxtasis en todo...
el mar violento suspiró a su modo...
lloraron en la niebla las esquillas...

Y me halló de rodillas el Poniente
viendo abrirse los astros dulcemente
en el cielo otoñal de tus pupilas.

miércoles

Junto al mar. (Poema: Medardo Ángel Silva)



Una anemia de lirios otoñales
se deshojaba en la amplitud marina
y la vibrátil onda cantarina
recitaba exquisitos madrigales.

Y era que en un arpegio de cristales
elogiaba tus gracias de Infantina
y tu perfil de emperatriz latina
nimbado de fulgores ideales.

De pronto se borraron los confines;
un eco de lejanos burcelines
rasgó los terciopelos de la bruma.

Y soñando en tus manos irreales
en las arenas deshojó la espuma
una anemia de lirios otoñales.

martes

La respuesta. (Poema: Medardo Ángel Silva)



Muda a mis ruegos, impasible y fría,
en el sofá de rojo terciopelo
un pálido jazmín hecho de hielo
tu enigmático rostro parecía.

La hostia solar, en roja eucaristía,
se ocultaba en el mar; y, al dulce cielo,
el divino Chopin su desconsuelo
en un sollozo trémulo decía.

Y cuando, por oír esa palabra
que eternos lutos o venturas labra,
te hablé de tu desdén y mi agonía,

con ademán de reina mancillada
me clavaste el puñal de tu mirada,
muda a mis ruegos, impasible y fría.

lunes

Hora santa. (Poema: Medardo Ángel Silva)



Los espejos de límpida mirada
con una voluptuosa complacencia
copiaban tu imperial magnificencia
de blondes y de seda perfumada.

Las bujías de ardiente llamarada,
en el salón de asiática opulencia,
fingían, circundando tú presencia,
los ojos de una fiera hipnotizada...

Un llanto largo y musical vertía
Chopin en una rara melodía...
huyeron ritmos como sueños vanos...

Flotó un perfume de yacentes lilas...
¡y ante la inmensidad de tus pupilas
dejé mi corazón entre tus manos!

viernes

Crepúsculo de Asia. (Poema: Medardo Ángel Silva)



Vírgenes rosas inclinaron hacia
tus cabellos la red de sus pistilos
al beso de los astros, intranquilos,
por tus pupilas húmedas de gracia.

Tal una araña que a la luz espacia
las traidoras urdimbres de sus hilos,
se proyectó la sombra de los tilos
en tu balcón de vieja aristocracia...

Trémulas al prodigio de tu encanto,
como anegadas en celeste llanto
te contemplaron las estrellas fijas.

¡Y era un triunfo de reinas diademadas
en las Mil y Una Noches perfumadas
del mundo sideral de tus sortijas!


jueves

Sin razón. (Poema: Medardo Ángel Silva)



Dime -¿qué filtro da tu boca
en su divino beso cruento,
que hace vibrar mi carne loca
como a la débil hoja el viento?

¿Con qué fórmula cabalística
mi pena rindes dulcemente,
cual la celeste Rosa Mística
hace inclinar a la serpiente?

Di -¿dónde ocultas el secreto
de ésta maga fascinación?
¿algún venusino amuleto
me ha ligado a tu corazón?

En vano quiero descifrar
la causa de mi rendimiento;
como la luna sobre el mar
luz móvil es mi pensamiento...

En tus leves manos estruja
mi espíritu sin voluntad:
eres la playa a do me empuja
la ola de la Fatalidad!

miércoles

Se va con algo mío. (Poema: Medardo Ángel Silva)



Se va con algo mío la tarde que se aleja;
mi dolor de vivir es un dolor de amar;
y al son de la garúa, en la antigua calleja,
me invade un infinito deseo de llorar.

Que son cosas de niño, me dices; quién me diera
tener una perenne inconsciencia infantil;
ser del reino del día y de la primavera,
del ruiseñor que canta y del alba de Abril.

¡Ah, ser pueril, ser puro, ser canoro, ser suave;-
trino, perfume o canto, crepúsculo o aurora-
como la flor que aroma la vida y no lo sabe,
como el astro que alumbra las noches y lo ignora!

martes

Romanza de los ojos. (Poema: Medardo Ángel Silva)



Cálido estío de tus grandes ojos.
Negras flores, en selvas encantadas,
que abre la reina de los claros ojos,
el alba de las manos sonrosadas.

Lámpara astral de tus miradas puras.
Pálida luz de sol convaleciente
que cuida, bajo sus dos salas puras,
un rubio serafín adolescente...

Otoño triste de tus ojos dulces.
Crepúsculos de seda y pedrería:
que cierra el soplo de tus labios dulces
tu sacra hermana la Virgen María

lunes

Con las alas rotas. (Poema: Medardo Ángel Silva)



En continuas orgías cuerpos y almas servimos
a los siete lobeznos de los siete pecados:
la vid de la Locura de sus negros racimos
exprimió en nuestras bocas los vinos condenados.

Pálidas majestades sombrías y ojerosas,
lánguidos oficiantes de pintadas mejillas
se vieron coronados de nuestras frescas rosas
y en la Misa del Mal doblamos las rodillas...

Y acabado el festín -al ensayar el vuelo
hacia el puro Ideal- como heridas gaviotas
las almas descendieron al putrefacto suelo,
asfixiadas de luz con las alas rotas!
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