Mi espíritu
es un cofre del que tienes las llaves
–¡Oh,
incógnita Adorada, mi Pasión y mi Musa!
Ya
inútilmente espero tus dulces ojos graves
y siento que
me acecha en las sombras la Intrusa,
Pero mi alma
–jilguero que canta indiferente
a la
angustia del tiempo y al dolor de la Vida–
te esperará,
lo mismo que una virgen prudente,
con la
devota lámpara de su amor encendida.
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