Es como un
lento y triste retornar a la vida...
y es el
inevitable cansancio de volver
del borde de
la negra playa desconocida,
donde mueren
tus olas, ¡oh, río del No-ser!
Y el alma,
que creía mirar la aurora eterna,
vuelve, cual
un iluso viajero macilento
que fue a
calmar su sed a lejana cisterna,
equivocó el
camino... y ¡torna más sediento!
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