Rugió el
lascivo mar a la manera
de un sátiro
de barbas temblorosas,
al poner tú
presencia en la ribera
su gracia
peculiar sobre las cosas.
Joyas raras
y sedas olorosas
prestigiaban
tu dulce primavera
y al
deshojarse tus palabras era
cual si
estuvieran deshojando rosas.
Hubo un
silencio de éxtasis en todo...
el mar
violento suspiró a su modo...
lloraron en
la niebla las esquillas...
Y me halló
de rodillas el Poniente
viendo
abrirse los astros dulcemente
en el cielo
otoñal de tus pupilas.
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