Oh Deidad
impasible por quien blasfemo y oro:
tu alma es
como un palacio de mármol, bello y frío,
con plafones
de cedros y altivas puertas de oro,
solemne y
armonioso, como un templo vacío.
En diáfanos
ponientes hay la gracia de un vuelo,
de leves
sedas blancas, de cisnes y palomas;
y, entre las
columnatas, elevan hasta el cielo
sus espiras
sensuales humaredas de aromas
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