Al verte,
sin pensar, se dice ¡Ave María...!
Y pues es
tuyo el reino de la estrella y la rosa
y está en tu
corazón la sacra Poesía
por gracia
de una antigua virtud maravillosa;
que suenen
tiorbas y arpas; y Psalmo y Letanía
se digan en
tu elogio; que la lira y la rosa
y el ciego
ruiseñor, al expirar el día,
unánimes
saluden tu aparición gloriosa.
Que con voz
auroral de fuente diamantina,
y con luz
vesperal de estrella cristalina
y con
apasionada voz de brisas y mares.
Cielo y
Tierra consagren tu venusino imperio...
¡O sonaré en
tu gloria mi místico salterio
en otro
salomónico Cantar de los Cantares!
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