De la gasa
inconsútil de tu rosa batista
surges,
vibrante, en una danza de bayaderas,
(¡Te juro
que en la corte del gran Tetrarca hubieras
obtenido la
roja cabeza del Bautista!...)
Bailas... y
el blanco sátiro, que decora la estancia,
sonríe desde
el ángulo, coronado de viña...
(Y mientras
me conmueve tu mirada de niña,
estremece mi
carne tu lasciva fragancia...)
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