No dicen los
inviernos que no haya primavera;
en la noche
más negra palpita el alba pura:
lo sabio es
esperar; es fuerte quien espera
–buen
sembrador– velando la cosecha futura.
Las horas en
su danza llevan tan loca prisa,
que a la
risa y el llanto ofrecen pronto fin:
feliz quien
pueda ver con la misma sonrisa
la serpiente
del bosque y el lirio del jardín.
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