¿Qué habrá
sido de aquella morenita,
trigo
tostado al sol -que una mañana-
me
sorprendió mirando a su ventana?
Tal vez
murió, pero en mí resucita.
Tiene en mi
alma un recuerdo de hermana
muerta. Su
luz es de paz infinita.
Yo la llamo
tenaz en mi maldita
cárcel de
eterna desventura arcana.
Y es su
reflejo indeciso en mi vida
una lustral
ablución de jazmines
que abre una
dulce y suavísima herida.
¡Cómo volverla
a ver! ¿En qué jardines
emergerá su
pálida figura?
¡Oh, amor
eterno el que un instante dura!
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