Cálido estío de tus grandes ojos.
Negras flores, en selvas encantadas,
que abre la reina de los claros ojos,
el alba de las manos sonrosadas.
Lámpara astral de tus miradas puras.
Pálida luz de sol convaleciente
que cuida, bajo sus dos alas puras,
un rubio serafín adolescente...
Otoño triste de tus ojos dulces.
Crepúsculos de seda y pedrería
que cierra el soplo de tus labios dulces
tu sacra hemana la Virgen María
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