Gentes
madrugadoras que van a misa de alba
y gentes
trasnochadas, en ronda pintoresca,
por la calle
que alumbra la luz rosada y malva
de la luna
que asoma su cara truhanesca.
Desfila
entremezclada la piedad con el vicio,
pañolones
polícromos y mantos en desgarre,
rostros de
manicomio, de lunapar y hospicio,
siniestras
cataduras de sabbat y aquelarre.
Corre una
vieja enjuta que ya pierde la misa,
y junto a
una ramera de pintada sonrisa,
cruza algún
calavera de jarana y tramoya...
Y sueño ante
aquel cuadro que estoy en un museo
y en
caracteres de oro, al pie del marco, leo:
Dibujó este
"Capricho" don Francisco de Goya.
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