Para los que
llevamos, como un puñal sutil,
dentro del
alma una ponzoña:
para los que
miramos nuestra ilusión de abril
hecha una
mísera carroña;
Inútilmente
suena tu pandero de histrión
-oh, vida
frívola y banal!-
si no es de
nuestros labios la divina canción,
primaveral y
matinal!
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