Daba el heno
cortado su olor y su frescura
y el
sonámbulo río su monótona música.
Iba en el
cielo azul, como una reina impúdica,
la luna
sonrosada, soñolienta y desnuda.
La sombra de
las ramas, en las aguas obscuras,
jugaba, azul
y triste, sus mil danzas confusas;
y, luminosa
escarcha, arrojaba la luna
su polvillo
de plata sobre las rosas húmedas.
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